La reciente suspensión de la gran parada militar en el Perú demuestra que la lucha contra el COVID-19 continua. A pesar del progreso realizado y las medidas económicas para reactivar el país, los desalentadores resultados de más de 395,000 casos y al menos 18,600 muertes ponen al descubierto brechas por cerrar en términos de gestión pública, como la existencia de 276 camas de cuidados intensivos (UCI) al inicio de la pandemia en abril, y alrededor de 1,350 al terminar junio para una población de 33M.
Resolver problemas crónicos no es fácil. No existe una fórmula mágica que acabe con todos los problemas; si no, se requiere la permanente búsqueda de solucionar problemas grandes y pequeños uno a uno de manera efectiva. Cuando hablamos de una cultura Kaizen Lean o de mejora continua, hacemos referencia a la resolución de problemas continua realizada por todos nosotros, en todo momento y en todo lugar.
Hoy nos enfrentamos al COVID-19, pero tal vez mañana sea al COVID-20, la perseverancia de resolver los problemas uno a uno, nos brinda la esperanza de un mañana mejor no solo en Perú también en todo el planeta.
Durante estas fiestas por la independencia del Perú, enviamos nuestros más cordiales saludos y mejores deseos, esperando su pronta recuperación y redactamos la siguiente reflexión.
Para ser un solucionador de problemas efectivo y un agente de mejora continua, no es suficiente tener grandes gestos, también se requiere acompañar con una gestión que permita resolver los problemas con humildad y respeto. En casos como este el lema de mi alma mater, Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), siempre me hace reflexionar en todos los problemas que debemos afrontar en estos días: “Mente y manos”, razonamiento y acción, manos a la obra.
Trabajamos con líderes ambiciosos que desean definir el futuro, no esconderse de él. Juntos, logramos resultados extraordinarios
